El corazón de Chile palpita en el Teatro Regional Cervantes con la maestría de Inti-Illimani
Por: Ismael Almeida.
Valdivia, 29 de noviembre de 2025. La noche del 29 de noviembre, el Teatro Regional Cervantes de Valdivia, con sus 818 butacas colmadas, se transformó en un templo de memoria y resistencia iluminado por la maestría de Inti-Illimani. La emblemática banda, que se acerca a sus seis décadas de vida, convirtió su paso por la capital fluvial en un magistral ejercicio de storytelling musical.
Desde el primer acorde, estos talentosos músicos demostraron por qué son una institución de la música chilena. El espectáculo fue arrollador, aunque dosificado, con la precisión que solo da la experiencia, logrando que dos horas y media de concierto pasaran casi inadvertidas para un público que bailaba desde sus asientos y cantaba a coro cada himno.
Un homenaje a la memoria y la utopía
El concierto, cargado de emoción, supo equilibrar el arte con la conciencia histórica. La noche celebró la música y también el Día del Cine Chileno, una fecha que Inti-Illimani hizo suya. Con profunda solemnidad, el grupo rindió tributo a los mártires de la cultura, la actriz Carmen Bueno y el camarógrafo Jorge Müller, detenidos y desaparecidos un 29 de noviembre de 1974.
La mención resonó al recordar que ambos jóvenes artistas, figuras clave en obras como La tierra prometida (Bueno) y La Batalla de Chile (Müller), son el doloroso símbolo de la represión que segó las artes.
En su recorrido histórico, la banda se detuvo en las figuras que pavimentaron su camino. Los homenajes a Violeta Parra y Víctor Jara fueron inevitables y profundamente ovacionados, reafirmando el vínculo inquebrantable de Inti-Illimani con la raíz y la protesta.
La historia grabada en la piel
Inti-Illimani evocó su propia historia, la de una banda de resistencia política que, estando de gira en Italia en 1973, fue forzada a emigrar y vivir un largo exilio. Con la ironía que solo el tiempo concede, recordaron cómo la embajada de Italia en Santiago, que se convertiría en su refugio, estaba a pocas cuadras del lugar donde ensayaban en sus inicios.
Este relato del destierro, insertado entre la interpretación de temas como Vuelvo o Samba Landó, elevó la experiencia a una catarsis colectiva. La banda no solo miró al pasado. Con tono de denuncia actual, sus palabras denunciaron lo distante que sigue Chile de la utopía de la integración latinoamericana con la que soñó su generación.
La carga emocional y la maestría interpretativa del colectivo lograron que el Cervantes vibrara. Más de 800 espectadores confirmaron una verdad innegable: la buena música alegra el alma, pero el arte bien ejecutado también cuenta historias profundas, enriqueciendo la cultura y la conciencia colectiva. Inti-Illimani no solo toca, también narra la historia de Chile.















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